The Power of Example/es

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El Poder de Ejemplo

“El ejemplo no es la cosa principal de vida—es la única.” Por esa frase, el famoso misionero y autor, Albert Schweitzer, declaró claramente la importancia y poder del ejemplo. ¿Cuántos nosotros al leer ésto, hemos sido influidos por la vida poderosa de algún pastor, diácono u otro cristiano que observamos en nuestra juventud. Si menciono “un pastor fiel,” ¿de quién piensas? Si menciono “un cristiano fiel,” ¿de quién piensas?

Claro que la declaración de Schweitzer es una sobredeclaración. Muchas otras cosas se involucran en una vida fiel, pero ésas mismas se combinan en el ejemplo que se hace alguien.

“Guiar” y “formar” parecen ser nuevos conceptos, pero no lo son. Parece que de la manera en que somos creados por Dios, fue en Su mente. El creó a humanos en Su imagen. Debemos seguir Su ejemplo, e imitar Su carácter. En la encarnación de Jesucristo, Dios vino en la carne en una manera que pudimos entender y relatar con El, y, como dijo Pedro, “dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas,” (I Pedro 2:21)

También podemos participar en este ministro de dejar y seguir ejemplos. Dios ha creado a humanos para ser nacidos y madurar en la compañía de otros humanos en la familia. Ni somos auto-hechos, ni aparecemos al instante como personas maduras. Dios planeó que padres amables sean parte de la manera en que humanos creceran.

También es la manera usada por Dios para hacerse conocido en este mundo caído. En el Antiguo Testamento Dios llamó a Abraham y sus descendientes para ser una gente santa, especial y distinta en el mundo. Iba a ser especial para que tenga el mundo un imagen de una sociedad la cual reflejaría el carácter de Dios—personificando sus intereses y valores. Cuando Dios le dijo a Su gente en Levítico 19 que “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios,” no hablaba solamente a una persona, a Moisés o Aarón o Josué. Sin duda hablaba con ellos, pero vemos en Lev. 19:1 que Dios especificamente instruyó a Moisés que le diga éste a la asamblea entera de Israel. Las leyes dadas por El en ese momento tenían mucho que ver con las relaciones, la equidad, la justicia, y las interacciones sociales. Demuestra que estas personas se cuedan – para los perdidos y los menores, para el extranjero y el joven – demostrarían algo del carácter de su Creador justo y misericordoso.

La fallanza de Israel en este ministro de ejemplar para con otros es una de las acusaciones centrales contra la nación en el Antiguo Testamento. Así en Ezequiel 5, el papel de Israel llega de ser uno de instruir las naciones por ejemplo negativo. Así ha dicho Jehová el Señor, “Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella…Y te convertiré en soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos de todo transeúnte. Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo Jehová he hablado, (5:5, 14-15). Vez tras vez en Ezequiel, Dios dice que hace lo que hace a la nación de Israel por amor de Su nombre, es decir, para que se sepa la verdad sobre El entre las gentes del mundo.

Este testigo para con sí mismo es lo que Dios también ha planeado por la iglesia en el Nuevo Testamento. En Juan 13, Jesucristo dijo que el mundo sabría que somos Sus discípulos por el amor que tenemos para con nosotros. Pablo escribió a la iglesia Efesia, “porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz,” (Efesios 5:8).

En nuestras vidas como cristianos, individualmente, y en efeto multiplicado en nuestras vidas como iglesias, extendemos la luz de Dios de esperanza en este mundo oscuro y desesperado. Por nuestras vidas como cristianos estamos enseñándonos, y el mundo alrededor sobre Dios. Si nos amamos, mostramos algo de cómo es amar a Dios. Y, al otro mano “pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (I Juan 4:20). En nuestra santidad, mostramos la santidad de Dios. Somos llamados para dar esperanza que hay otra manera de vivir, que las vidas de frustración egoísta que nuestras naturalezas caídas y el mundo alredeor nos animan seguir.

Pastores hermanos y diáconos, ¿qué le enseñan nuestras iglesias al mundo observante sobre Dios? ¿Estamos enseñando que Dios se limite a nuestra raza? ¿Les enseñamos que El soporta el pecado y infidelidad, las vidas egocéntricas de la mezquindad y pelear? ¿Les hemos enseñado tomar en serio el gran papel y privilegio que tenemos en ser la demostración pública, la advertencia de, la página web del carácter de Dios para Su creación?

Qué privilegio tremendo El nos ha dado, y qué poco parecemos considerarlo. Creemos que si tenemos más gente en nuestra iglesia, entonces en algún manera negaría nuestra responsabilidad hasta con ellos que ya son nombrados como miembros. ¿Pero cómo es el testimonio que cada uno de ellos provee ahora mismo? ¿Cuántos de sus testimonios malos se deben sobrevenir para que vea gente el bueno testimonio que Dios provee por ellos que son verdaderamente convertidos, y es obvio?

Ultimamente, el ejercicio de disciplina eclesiástica no es sobre vindicación o venganza. ¡Esos son casos para Dios, no para pecadores perdonados como nosotros (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19)! Pero sí que tenemos la responsabilidad para presentarles un buen testimonio a otros de cómo es Dios. Debemos ser ejemplares en nuestras vidas y comportamiento. ¿Ha dado cuento de que en sus epístolas pastorales, Pablo parece estar particularmente preocupado sobre la reputación de que tenga un diácono con los fuera de la iglesia? Mientras puede ser una cantidad de razones para éste, claro que uno debe ser el papel representativo del diácono de la iglesia al mundo. Esto, entonces, también es cómo debe ser la iglesia entera. Este es por qué Pablo estuvo tan enojado en I Corintios 5. ¿Y ha notado a quién le grita Pablo? No regaña al hombre que estaba en la pecaminosa relación sexual; en su lugar, ¡reprende marcadamente la iglesia que soporta tal pecado en sus miembros! Sabemos la verdad triste que algunos en nuestra congregación se muestran perdidos en pecado, aunque han hecho una buena profesión al primero. Esperamos que a lo menos algunos de ellos arrepentirán y se volverán. Pero nunca esperamos que la iglesia corporativamente incumpla su responsabilidad de representar bien a Dios por asociarse con la santidad y contra el pecado. Fue este asunto – mucho como el pecado de un Israel idólatra en el Antiguo Testamento – que era el enfoque de la reprehensión clara de Pablo hasta con la iglesia corintia.

Amigos, ¿qué diría el apóstol Pablo de tu iglesia y mía? ¿Cuánta no-asistencia soportamos en el nombre del amor? ¿Cuántas relaciones adúlteras o divorcios no bíblicos permitimos pasar sin comentario en nuestras iglesias, que gritan al mundo, diciendo, “no somos diferentes que tú”? ¿Cuántas personas divisivas permitimos rasgar la iglesia sobre asuntos pequeños, o cuántos evangelios falsos enseñados?

Queridos hermanos, si Ud. está leyendo éste como un pastor, un diácono, profesor o miembro en la iglesia, piense en la gran responsabilidad que tenemos. Considere como mejor podemos dar fe de Dios—¿es por pasar por alto el pecado en nuestro medio, o por trabajar para restaurar con cuidado a ellos capturados por pecado, como instruye Pablo en Gálatas 6:1? ¿Cuál refleja mejor el Dios que adoramos? ¿Obfusca la misericordia de Dios Su santidad en Su palabra? ¿En Su iglesia? ¿Qué es nuestro responsabilidad en este caso?

Haga caso del ejemplo dado para el mundo alrededor. Dios tiene un plan grande para Su gente y para Su mundo; El nos llama mostrarlo por nuestras palabras y vidas. ¿Lo hace Ud.? Que Dios nos ayude a cada uno ser fiel en esta llamada grande.

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