The Pleasure of God in Bruising the Son/es

From Gospel Translations

Revision as of 04:16, 4 June 2008 by Warriorraul (Talk | contribs)
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El Placer Que le Causó a Dios Quebrantar a Su Hijo


Isaías 53:10


           Jehováquisoquebrantarlo,  

           sujetándole a padecimiento;

           cuando haya puesto su vida por expiación por el pecado,

           verá linaje,vivirá por largos días;

           y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.


Jesús dijo que el primer y más grande mandamiento en todo el mundo es que debemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma y con toda nuestra mente y con toda nuestra fuerza (Marcos 12:30). Para mí esto significa al menos que los que proclaman ser cristianos deberían tener un gran celo por la gloria de Dios.


Si amo a Dios con todo mi corazón, nada me haría más feliz que cuando la causa de Dios es prosperada y más y más corazones, y más y más gente ostentan el nombre de Dios. Y nada me molesta más que cuando la gloria de Dios es abaratada y el nombre de Dios es despreciado.


En otras palabras, cuando Jesús nos manda a amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, él nos está mandando a tener un corazón radicalmente centrado en Dios, un alma radicalmente centrada en Dios, una mente radicalmente centrada en Dios y una fuerza radicalmente centrada en Dios. Y la gente centrada en Dios está molesta cuando la gloria de Dios es eclipsada, y se regocijan cuando brilla con todo su esplendor.


Dios se Complace en Su Nombre y en el Amor por Su Pueblo


Ahora si esto es verdad, entonces algo muy inquietante ha surgido en esta serie de mensajes acerca lo que complace a Dios. Hemos visto que Dios se complace en su Hijo: El se deleita en la gloria de sus propias perfecciones que El las vuelve a ver reflejadas en la faz de su Hijo.


Hemos visto que Dios se complace en su propio nombre: su objetivo es hacerse de un nombre en todo el mundo y ganar una reputación para la gloria de su gracia en cada pueblo, tribu, lengua y nación.


Y hemos visto eso como un medio para ese fin, Dios se complace en la elección: se deleita en revelar la gloria de su Hijo a los niños y esconderla de los sabios. Se deleita en llamar para sí un pueblo diferente que se enorgullecerá solamente en el Señor.


Y la semana pasada vimos que Dios virtualmente se deshace de todos los impedimentos para abundar sobre su pueblo y se agrada de todos, pareciera, en hacerles el bien: “El se gozará sobre ti con alegría. . . se gozará sobre ti con cánticos” (Sofonías 3:17).


Hay Algo Inquietante Que Surge de Esta Serie

Ahora, ¿qué será lo que inquieta a la persona centrada en Dios en todo esto?


Lo que inquieta es que toda esta gente la cual Dios está salvando y por la cual canta sobre ellos son pecadores. Y ¿qué es pecado? Romanos 3:23 dice que es estar destituido de la gloria de Dios. “Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios.” Lo que quiere decir Pablo es que los pecadores no han logrado valorar lo que es la gloria de Dios. Hemos cambiado la devoción a la gloria de Dios por otras cosas: por imágenes de gloria, como una casa nueva, o un carro, o una Video Cassettera, o computadores, o vacaciones, o un impresionante CV o lo que sea que hace que tu corazón palpite más que por la maravilla de Dios.


Eso es lo que es pecado. Y así es toda esa gente que Dios ha escogido salvar. Y aún después de hacerlos suyos, muy a menudo ellos traen vergüenza a su nombre por su reacción inconsistente y con desgano al mandamiento de Jesús de amar a Dios con todo el corazón.


Así que lo inquietante es que Dios está tan entusiasmado en ser benevolente con la gente cuya pecaminosidad es una plaga a su nombre. Pareciera algo esquizofrénico. La Biblia muestra que Dios ama su nombre y su gloria con energía omnipotente y gozo desmedido. Y luego nos lo pinta regocijándose con cantos sobre la gente que ha despreciado su gloria y devaluado su nombre.


Como Resolver la Sinfonía de la Historia de la Redención

No creo realmente que sea posible comprender el drama central de la Biblia hasta que empecemos a sentir esta tensión. Hasta la venida de Jesucristo, la Biblia es como una pieza musical cuya disonancia ruega por una resolución final que la armonice. La historia de la redención es como una sinfonía con dos grandes temas: El tema de la pasión de Dios por preservar y demostrar su gloria y el tema del inescrutable amor de Dios por los pecadores que se han burlado de su gloria.


Una y otra vez a través de toda la Biblia estos dos grandes temas conducen la sinfonía de la historia. Ellos se entrelazan y entretejen y entendemos que aquí hay un asombroso Compositor que trabaja en esto. Pero por siglos no vemos una resolución a la vista. Se nos escapa poderla armonizar, y tenemos que esperar.


La muerte y resurrección de Jesucristo es la resolución de la sinfonía de la historia. En la muerte de Jesús los dos temas del amor de Dios por su gloria y su amor por los pecadores se resuelven.


Como en todas las buenas sinfonías hubo indicios y tanteos y sugerencias de la resolución final. Eso es lo que tenemos en Isaías 53, y es lo que quiero que miremos brevemente esta mañana.


Traduciendo Isaías 53:10

Dios se complace en su nombre y Dios se complace en hacerle bien a los pecadores se encuentran y se unen en el placer de quebrantar a su Hijo. Antes de dirigir su atención al versículo 10, quiero mostrarles dos textos que afectan la manera de traducir este versículo.


Isaías 1:11


Primero, vean conmigo Isaías 1:11


          ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos                           de carneros y de sebo de animales gordos; no me deleito en [o: tengo placer en] no quiero sangre de                         bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.


Esa palabra que se usa para “deleitarse en” o “tener placer en” es la misma palabra hebrea usada en la primera oración de Isaías 53:10, “El Señor se plació en quebrantarlo a él.” O: “El Señor tuvo el placer de quebrantarlo a él.” O: “El Señor se deleitó en quebrantarlo a él.”


Isaías 62:4


Ahora vea conmigo Isaías 62:4. El Señor dice a su pueblo,


          Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu           tierra, Beula; porque el deleite de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada.


Cuando Dios dice, “Mi deleite estará en ella,” el sustantivo usado para “deleite” es la misma palabra hebrea usada en la última oración de Isaías 53:10, “El deleite [o: placer] del Señor será en su mano prosperada.” Es la misma palabra hebrea en la primera oración y en la última oración del versículo, solo que en la primera oración es usada en la forma verbal y en la última oración en la forma sustantiva.


Isaías 53:10


Así que está es mi traducción del versículo 10:


            El Señor se complació en quebrantarlo a él; sujetándole al sufrimiento [o: causándole dolor]; cuando                         haya puesto su vida por expiación del pecado, verá linaje, prolongará sus días, el placer [tomándola de                       la primera oración] del Señor será en su mano prosperada.


Esta es una profecía y una pintura de Jesucristo crucificado y resucitado de entre los muertos cientos de años antes que ocurriera. El quebrantamiento es la crucifixión y muerte de Jesús, poniendo su vida por expiación del pecado. El prolongar sus días es una referencia a su resurrección a la vida eterna después de su muerte. Y cuando dice que verá linaje, significa que el fruto de su sufrimiento será mucha gente salva del pecado y la muerte.


El Hijo Fue Quebrantado Por su Padre


Pero en lo que quiero que nos enfoquemos es que todo esto es obra de Dios—aún la complacencia de Dios el Padre. Jesús no fue arrebatado por la ira descontrolada de los hombres. El fue quebrantado por su Padre. ¿Por qué? Para resolver la tensión que había entre el amor del Padre por su gloria y su amor por los pecadores.


Porque el Pecado Que Deshonra a Dios No Puede Ser Ignorado


Note el versículo 6:


          Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargo en él la           iniquidad de todos nosotros.


Note dos cosas. Otra vez (como en el versículo 10) es Dios quien hace la obra: “Jehová—Dios el Padre—ha cargado en él. . . “Y luego note que el asunto aquí es iniquidad, que es simplemente otra palabra para pecado. “El Señor ha cargado en él la iniquidad de todos nosotros.” El quebrantamiento del Hijo fue porque el pecado que deshonra a Dios no puede ser ignorado. Y ¿por qué no podía ser ignorado? ¿Por qué no podía Dios simplemente pasarlo por alto? Porque Dios ama el honrar su nombre. El no actúa como si el pecado—que envilece su gloria—no importara.


El Sufrimiento Que Nuestro Pecado Merece


Así que Dios el Padre hace un acuerdo con su Hijo que él le demostrará a todo el mundo el infinito valor de la gloria del Padre. ¿Cómo? Tomando el castigo y el sufrimiento que nuestro pecado merece. El versículo 5 hace la sustitución aún más explícita:


          El fue herido (quebrantado) por nuestras transgresiones,                                                                                          molido por nuestras iniquidades;  


El versículo 9 lo deja claro que el quebrantamiento no fue a causa del propio pecado del Hijo:


          Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni             hubo engaño en su boca.


En otras palabras, no fue por su propio pecado que el Padre lo quebranto. Fue porque quiso mostrarnos misericordia. El quería perdonar y sanar y salvar y gozarse sobre nosotros con cánticos. Pero él era recto. Eso significa que su corazón estaba lleno de un amor por el valor infinito de su propia gloria. Y éramos pecadores, y eso significa que nuestros corazones estaban llenos con sentimientos que envilecían a Dios. Fue así que para salvar a los pecadores y al mismo tiempo magnificar el valor de su gloria, Dios pone sobre Jesús nuestro pecado y lo abandona a al vergüenza y la atrocidad de la cruz.


¿Cómo Puede el Padre Deleitarse en Esto?


Y el versículo 10 dice que al Padre le causó placer hacer esto. Le causó placer a Dios quebrantarlo. ¿Cómo pudo Dios encontrar deleite en el sacrificio de su propio Hijo?


Lo Que el Hijo Logro al Morir


Una parte de la respuesta debe estar en lo que se hace énfasis al final del versículo 10, particularmente, que el placer de Dios está en lo que su Hijo logró. Dice al final del versículo 10, “El placer del Señor en su mano prosperará.” Para mí esto quiere decir que el placer de Dios no es tanto en el sufrimiento del Hijo en sí mismo sino en el rotundo éxito de lo que el Hijo lograría al morir.


Por ejemplo; en el versículo 10 habría mucho linaje espiritual y prolongaría los días del Hijo—lo que quiere decir claramente resurrección de los muertos y vida más allá de la muerte. Y en el versículo 11 habrá una satisfacción que el Hijo tendrá en el fruto de su sufrimiento y en la justificación de muchos pecadores.


          Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a             muchos, y llevará las iniquidades de ellos.


Este es el placer de Dios que prospera en la mano del Hijo, y seguramente parte de la razón del porque al Padre le   causó placer quebrantar al Hijo.


La Medida del Amor de Dios por Su Propia Gloria


Pero creo que otra parte de la respuesta debe estar también en el profundo sufrimiento del Hijo que fue la medida de su amor por la gloria del Padre. Fue la lealtad de la justicia del Padre a su propio nombre que hizo necesaria la recompensa por el pecado. Así que cuando el Hijo voluntariamente tomó el sufrimiento de esa recompensa en sí mismo, cada pisada en su camino al Calvario resonó a través del universo con este mensaje: ¡la gloria de Dios es de un valor infinito!


Así que cuando el Padre abandonó al Hijo y lo entregó a la maldición de la cruz y ni levantó un dedo para detener su dolor, él no dejó de amar a su Hijo. En ese mismo momento cuando su Hijo tomó sobre sí mismo todo lo que Dios odia en nosotros, y Dios lo abandonó a la muerte, aún ahí el Padre sabía que la medida del sufrimiento de su Hijo era la profundidad del amor de su Hijo por la gloria del Padre, y en ese amor el Padre tuvo su más profundo placer.


Jesús dijo en Juan 10:15, 17, “Yo pongo mi vida por las ovejas. . . Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.” Y él oró en Juan 17:4, “Padre, Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.


En otras palabras, cuando Jesús murió, el glorificó el nombre del Padre y salvó el pueblo de su Padre. ¿Y no tiene el Padre placer en su nombre? ¿Y no se regocija él sobre su pueblo con cánticos? ¿Cómo no podría entonces deleitarse en la resolución de estos dos gozos al quebrantar a su Hijo?


Una Historia Para Cerrar


Cierro con una historia.


Una vez hubo una tierra gobernada por un malvado príncipe. Había venido de un país extranjero y había esclavizó toda la gente de aquellas tierras y los había hecho miserables con trabajo forzado en sus minas de carbón ubicadas a través de un profundo cañón. El había construido un caballete macizo para los trenes que llevaban sus esclavos a través del cañón a las minas cada mañana, y era fuertemente protegido.


Dos hombres permanecían aún libres en esta tierra—uno viejo y otro joven. Ellos vivían en un peñasco inaccesible desde donde se miraba el caballete. Odiaban el caballete, y juntos resolvieron volarlo. Planearon y oraron y se acordaron de la realidad del cielo.


Llego la noche cuando iba ocurrir. Sus corazones latían con gozo. Era un plan difícil. Era posible cronometrar la caminata de la guardia para que el explosivo pudiera ser llevado rápidamente al sitio más vulnerable del caballete. Pero con certeza el hombre sería visto cuando regresaba. Para asegurarse que el caballete volaría el hombre joven lo detonaría manualmente estando aún sobre el caballete.


Pero ellos creían en el cielo y amaban el pueblo de aquella tierra. Así que aún este sacrificio hacia que sus corazones brincaran con gozo. Llego la hora. Doblaron el mapa, se levantaron de la mesa, y se abrazaron los dos. Cuando el joven llego a la puerta, se volvió con el explosivo en su espalda, miró al hombre viejo, y le dijo, “Te amo, Padre.” El hombre viejo respiró profundamente—con gozo—y dijo, “Yo también te amo, Hijo.”

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