Biblical Repentance/The Fruits of Repentance/es
From Gospel Translations
En conclusión, consideremos los frutos que siempre son el resultado del arrepentimiento bíblico auténtico.
Juan el Bautista advirtió a sus oyentes: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mat. 3:8). Y el apóstol Pablo le dijo al rey Agripa que su mensaje a los judíos y los gentiles era “que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hech. 26:20). Entonces, por estos dos pasajes aprendemos que el arrepentimiento bíblico auténtico se demuestra en la vida del creyente por sus frutos. Por lo tanto, consideremos algunos de estos frutos. Al hacerlo, oremos pidiendo que el Espíritu Santo abra nuestro entendimiento para poder comprender su Palabra preciosa y que abra y escudriñe nuestros corazones. Quiera el Señor mostrarnos si estos frutos son producidos en nuestra vida por el Espíritu del Dios viviente.
A. El arrepentimiento da como resultado un verdadero aborrecimiento por el pecado
Primero, el fruto del arrepentimiento bíblico auténtico en nuestra vida es un verdadero aborrecimiento por el pecado como pecado y no meramente aborrecimiento por sus consecuencias , la cual es la separación de Dios en el infierno para siempre. Este aborrecimiento no es contra este o aquel pecado, sino aborrecimiento por todo pecado, y particularmente por la raíz misma que es la obstinación. En Ezequiel 14:6 leemos: “Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones” Hacemos esto con un aborrecimiento por ellos y un desprecio por nosotros mismos. Esto es presentado en Ezequiel 20:43: “Y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis”. Fíjate bien, el cambio de parecer que Dios requiere, el cambio de parecer que complace a Dios, es un aborrecimiento por el pecado como pecado contra Dios. Por lo tanto, te pregunto: ¿Tenemos tú y yo un aborrecimiento así por el pecado? En caso contrario, entonces no hemos dado los frutos del arrepentimiento bíblico auténtico.
B. El arrepentimiento da como resultado un gran pesar santo por el pecado
En segundo lugar, el fruto del arrepentimiento bíblico auténtico es una gran tristeza santa por el pecado. Segunda Corintios 7:9, 10 dice: “Fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios . . . porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” Esta gran tristeza es el pesar por haber despreciado a un Dios tal, por habernos rebelado contra su autoridad, y por haber sido indiferentes a su gloria. Fue un gran pesar como éste lo que causó que Pedro saliera y llorara amargamente por haber negado a su Señor (Mat. 26:75). Y un gran pesar como éste es la que causa que nosotros lloremos amargamente por nuestros pecados porque son contra Dios. Nos vemos obligados a clamar como David: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Sal. 51:3, 4).
¿Has sentido este pesar porque tus pecados son contra Dios? Este fruto del arrepentimiento bíblico auténtico es el que nos causa que crucifiquemos “la carne con sus pasiones y deseos” (Gál. 5:24) y que sigamos a Dios en Cristo de todo corazón. Este tipo de gran pesar por el pecado es el único genuino.
C. El arrepentimiento da como resultado la confesión de los pecados
Tercero, el fruto del arrepentimiento bíblico auténtico es la confesión de los pecados. Leemos en Proverbios 28:13:
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Sí, tiene que haber el fruto de confesar y no esconder nada. Fíjate bien, tú y yo sabemos que es nuestra naturaleza negar directa o indirectamente nuestros pecados, y restarles importancia o justificarlos. Pero cuando el Espíritu Santo obra en nuestra alma y saca a luz nuestros pecados, tenemos que reconocerlos delante de Dios.
Si el arrepentimiento bíblico auténtico está obrando en nuestro corazón, no encontraremos alivio hasta confesar nuestros pecados y exponerlos antes Dios. El Salmo 32:3, 4 destaca esto en las siguientes palabras: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano”. Fíjate bien, la confesión de nuestros pecados hecha de todo corazón es lo único que puede darnos paz con Dios en Cristo. Y, mi amigo, esto continúa en nuestra vida hasta que lleguemos a la gloria. La confesión y el arrepentimiento forman parte de la oración cotidiana del creyente cuando reclama la promesa de 1 Juan 1:9 ante el Trono de Gracia: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
D. El arrepentimiento da como resultado un verdadero volverse del pecado
Cuarto, el fruto del arrepentimiento bíblico auténtico es un verdadero volverse del pecado. El arrepentimiento auténtico es un cambio radical en la manera de pensar y en el corazón que lleva a una transformación completa de nuestra vida. “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Prov. 28:13). Si yo realmente aborrezco el pecado y siento gran pesar por él, entonces renunciaré a él. Tomaré en serio Isaías 55:7 que dice: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. Tal es el cambio de rumbo que Dios requiere. Se verá en el hecho de que el pecador arrepentido y creyente haga caso a la Palabra de Dios que dice: “Huid de la fornicación” (1 Cor. 6:18), “Huid de la idolatría” (1 Cor. 10:14), “Huid del amor al dinero” (1 Tim. 6:10, 11), “Huye también de las pasiones juveniles” (2 Tim. 2:22). Y también se verá en la práctica de las gracias positivas de seguir “la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Tim. 2:22). Mi amigo, la pregunta que enfrentamos es: Tú y yo, ¿nos hemos vuelto verdaderamente del pecado a Dios de todo corazón?
E. El arrepentimiento da como resultado el deseo de justicia y santidad
Quinto, los frutos del arrepentimiento bíblico auténtico se verán en el deseo de poner en práctica las Escrituras que nos enseñan que hemos de andar en justicia y santidad (Ef. 4:24) y de ser cuidadosos en ocuparnos de buenas obras (Tit. 3:8). Esto, para mí, es una de las señales que distinguen al arrepentimiento bíblico auténtico: el deseo de andar en un nuevo camino –de tomar un rumbo diferente del que andábamos antes en la vida. Leemos en Hebreos 12:14: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Así es que por la gracia de Dios anhelamos procurar esta paz y santidad porque Dios nos ha dado un nuevo corazón. En Mateo 1:21 leemos que Cristo vino para salvar a su pueblo de sus pecados, no en sus pecados. Entonces el penitente verdadero implora a Dios diariamente para que lo libre del pecado y del yo. Además, en Efesios 1:4 leemos: “Nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.” Entonces por la gracia de Dios anhelamos ser santos, libres de nuestros pecados y nuestra obstinación. Y en 1 Tesalonicenses 4:7 leemos: “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”. Así es que, por la gracia de Dios, anhelamos andar dignos de este llamado a la santidad.
Y en 1 Tesalonicenses 4:3 leemos que la voluntad de Dios para nuestra vida es que seamos santificados –apartados para el uso santo de Dios. Entonces anhelamos por la gracia de Dios estar separados del pecado y unidos con Cristo. Al desear justicia, andar en verdadera santidad y cuidadosos de realizar buenas obras, manifestamos los frutos del arrepentimiento bíblico en nuestra vida. Porque leemos en Tito 2:11, 12:
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”
¡Y éste es el deseo de nuestro corazón! Nuestra plegaria es: “¡Oh Señor, ayúdame a comprender tu Palabra y por tu gracia ayúdame a andar en el camino que te agrada a ti”. O, como la del salmista: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día” (Sal. 25:4, 5). Y “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Sal. 73:25). Enséñame de tal manera tu camino, y llévame por sendas claras de modo que te siga todos los días de mi vida.
Estos, pues, son los frutos del arrepentimiento bíblico auténtico:
- un anhelo profundo de haber terminado con el pecado, porque es la plaga y el gran pesar de nuestro corazón
- un anhelo profundo de abstenernos de las lascivias carnales que batallan contra el alma
- un anhelo por pelear la buena batalla de la fe
- un anhelo profundo de nunca volver a un camino de obstinación y egoísmo, sino anunciar las alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable
- un anhelo profundo de seguir al Señor en una senda de santidad todos los días de nuestra vida
- un deseo profundo de complacerle a él en todos nuestros caminos
- un anhelo profundo de juzgarnos cada día a nosotros mismos ante el Señor y vivir a sus pies con un corazón quebrantado y un espíritu contrito.
Conclusión
El arrepentimiento bíblico auténtico no puede ser separado de la fe salvadora verdadera; ambos van siempre juntos. Aquel que realmente se arrepiente, realmente cree, porque el mismo Espíritu Santo que nos da arrepentimiento de manera que reconocemos nuestra conducta pecaminosa delante de Dios, y que nos da el anhelo de confesar y renunciar a ella con verdadero pesar santo, también volverá nuestros ojos hacia el hermoso Señor que murió en nuestro lugar. La Palabra de Dios revela que el Espíritu Santo nunca separa el arrepentimiento y la fe. Donde encuentras al uno, encuentras la otra en la vida del alma salvada. ¡Alabado sea el nombre de nuestro Dios tres veces santo! ¡Él, que da fe, también da arrepentimiento!
La fe encuentra en Cristo un Salvador completo. En Cristo encontramos paz porque él hizo las paces por la sangre en su cruz. En Cristo encontramos esperanza, y la esperanza no es avergonzada porque el Espíritu Santo ha derramado el amor de Dios en nuestro corazón. En Cristo encontramos una posición perfecta delante de Dios quien hace a Cristo sabiduría, justicia, santificación y redención para nosotros (1 Cor. 1:30). En Cristo encontramos un refugio perfecto de la ira de Dios contra nuestros pecados porque el juicio de todos nuestros pecados ha caído sobre Cristo (Isa. 53). En Cristo encontramos todo lo que Dios da al pobre pecador arrepentido y que cree; porque sabemos que estamos completos en él, el Salvador de nuestra alma, el Señor Jesucristo.
El arrepentimiento aparta la vista del yo y la fija en Cristo con fe, y encuentra en él un Salvador suficiente para cada necesidad. Confiemos en él con un arrepentimiento bíblico auténtico. Tal es la necesidad de esta hora.
Pregunta para estudio Los frutos del arrepentimiento
Los frutos que siempre son el resultado
1. ¿Habrá una demostración del arrepentimiento en la vida del creyente? Conteste esta pregunta citando las frases clave de los dos versículos mencionados en el segundo párrafo de esta sección.
a. Mateo 3:8 b. Hechos 26:20