Adam, Christ, and Justification, Part 5/es

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Romanos 5:12-21
 Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; 13 pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. 14 Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15 Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos. 16 Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó; porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación; pero la dádiva surgió a causa de muchas transgresiones resultando en justificación. 17 Porque si por la transgresión de uno, por éste reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18 Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos. 20 Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, 21 para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.

La Obra De Cristo, Declaraciones Positivas

Hemos dedicado cuatro mensajes a estudiar las declaraciones positivas de este pasaje, porque este es el mensaje principal. Los efectos negativos del pecado de Adán son expuestos en este lugar para ayudarnos a ver el lado positivo de la justicia de Cristo. Fíjese nuevamente en la lista interminable de declaraciones acerca de la obra de Cristo:

Pero ahora necesitamos detenernos y reflexionar en la situación detrás de todas estas declaraciones positivas. Necesitamos comprender cómo el pecado de Adán afecta a la raza humana. Espero señalar seis beneficios prácticos que obtendremos de esta reflexión, además del beneficio más importante que es la posibilidad de ver más claramente la justificación. Este es el beneficio en que hemos hecho hincapié en estos cuatro últimos mensajes.

Lo que hemos dicho es que tal como el pecado de Adán trae condenación a todos los que están en él, así la justicia de Jesús trae justificación a todos los que están en él. Hemos enfatizado que nuestra justificación no está basada en las “obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho” (Tito 3:5), sino en las obras que Cristo ha hecho en justicia. Y hemos visto que la razón por la que Dios nos salva de esta manera es que ésta se corresponde a lo que nos sucedió en relación con Adán. Nuestra condenación original no está basada en las obras individuales que hayamos hecho en pecado, sino en la primera obra de pecado hecha por Adán. Como la condenación viene a nosotros a través del pecado de Adán, la justificación viene a nosotros a través de la justicia de Cristo.

Nuestra relación con Adán, Declaraciones Negativas

Ahora necesitamos hacer una pausa y reflexionar en nuestra relación con Adán y el efecto que tiene sobre nosotros y el mundo. Esté consciente de que lo que estamos a punto de analizar es la incógnita mundial acerca de lo que significa ser humano y por qué el mundo es como es. La manera en que usted piense en este asunto tendrá un efecto determinante en la forma en que pensará y actuará con respecto a casi todas las cosas, desde la crianza de los niños hasta el evangelismo, la educación, y la naturaleza de la ley civil y el gobierno.

Pongamos ante nuestros ojos las declaraciones negativas de este texto, hagamos luego algunas observaciones y mostremos algunos beneficios prácticos para nuestras vidas.

Esto es muy importante, Pablo está diciendo que la consecuencia del pecado de Adán, la muerte, fue experimentada por aquellos que no habían hecho lo que Adán hizo. En otras palabras, Pablo está enfatizando que no son nuestros propios pecados personales los que traen la primera condenación sobre nosotros. Gente que no ha pecado con una trasgresión semejante a la de Adán, muere. La intención es mostrar que el pecado de Adán es el problema más importante, no nuestros pecados (tal como la justicia de Cristo es la solución fundamental, no nuestra propia justicia).

Pablo enseña dos verdades acerca de nuestra condición en relación a Adán: 1) El poder del pecado entra en la vida humana y corrompe o degenera su naturaleza, y 2) sin embargo, nuestra condenación se debe al primer pecado de Adán, no a nuestros pecados individuales.

Permítanme señalar cada una de estas verdades, una a la vez, comenzando con la segunda.

Pecamos En El Pecado De Adán

Pecamos en el pecado de Adán. Eso es lo que Romanos 5:12 dice en las palabras: "porque todos pecaron” (vean los sermones que predicamos sobre los versos anteriores). ¿Cómo lo explicamos? Sin ser específicos, podemos decir que Dios ordenó que existiera una especie de unión que hace que el pecado de Adán se convierta en el nuestro para que nuestra condenación sea justa. El verso 16 habla sobre el fundamento de nuestra condenación, dice: “el juicio surgió a causa de una transgresión [la de Adán], resultando en condenación”. Note tres etapas:

  1. Una trasgresión.
  2. Un juicio resultante.
  3. Que resulta en condenación.

¿Cuál es el “juicio” que resulta en condenación?

Usted pudiera tratar de responder diciendo: El juicio que resulta en condenación es nuestra naturaleza caída y nuestros pecados individuales. Pero eso no encajaría bien con el verso 14 donde Pablo dice que esta condenación, la muerte, reinó “aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán”. En otras palabras, Pablo quiere enfatizar que fue la obra de Adán, lo que trajo condenación, no nuestras acciones independientes. Él lo explica en el verso 18: “por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres.”

¿Qué es este juicio que se resulta en condenación en el verso 16? Yo respondo que es la imputación que se nos hace del pecado de Adán, sobre la base de la unión que Dios ha establecido entre nosotros y Adán. Dios estableció una unión justa y adecuada entre Adán y su posteridad. Y, sobre esa base, cuando Adán pecó, el juicio que lleva a la condenación fue el reconocimiento del pecado de Adán como el nuestro y como nuestra culpa. Ese juicio, dice Pablo, resultó en nuestra condenación. Así que nuestra condenación sí está basada en nuestro pecado. Pero no es nuestro de la manera en que lo son todos nuestros pecados individuales; este pecado es nuestro sobre la base de nuestra unión con Adán. Es por medio de “una trasgresión” (la trasgresión de Adán) que de la condenación resultó en condenación para todos (verso 18).

Esa es la primera verdad que el pasaje enseña acerca de nuestra relación con Adán.

Toda La Humanidad Se Vuelve Corrupta Y Pecadora

La otra verdad que vemos en este pasaje es que a través del pecado de Adán toda la humanidad se vuelve verdaderamente corrupta en sus corazones y pecadora en su comportamiento. Este no es el mensaje principal de Romanos 5. De hecho, me parece que Pablo está tratando, intencionalmente, de que este no sea el mensaje principal, a fin de que no basemos nuestra condenación primeramente en nuestros pecados individuales, y luego basemos nuestra justificación en nuestra justicia individual. Él está tratando de evitar esta incorrecta perspectiva de la justificación. Por eso es que dice en el verso 14: “Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán”. Es decir, la muerte alcanzó a todos, pero no se debe fundamentalmente a los pecados individuales de cada uno, por ejemplo, los niños morían.

Sin embargo, aun cuando este es un punto subordinado en el pasaje, está aquí. Fíjese en Romanos 5:13: “antes de la ley [es decir, en el período comprendido entre Adán y Moisés] había pecado en el mundo”. Así que está claro que Pablo ve al pecado que está en los corazones de los hombres como parte de lo que entró en el mundo por medio del pecado de Adán –“había pecado en el mundo”. Todos se volvieron pecadores en su naturaleza y comportamiento.

Aunque esto no está claro y no es un pensamiento dominante, sí está claro en otros escritos de Pablo y también en el resto de la Biblia (Salmo 51:6; 58:3; Job 15:14; Jeremías 13:23; Ezequiel 11:19). O, por ejemplo, Efesios 2:3: “entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. La frase fundamental es “por naturaleza” (3:9). La idea en los versos 9-18 es que “no hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Nosotros no solo pecamos; también estamos bajo el poder del pecado. Somos injustos por naturaleza. Y en Romanos 6:6, 17, 20, no solo somos llamados pecadores, sino “esclavos del pecado”. Esa es la condición de todos los seres humanos desde que el primer hombre pecó.

Dos Cosas que Necesitan un Remedio

Así que hemos visto dos cosas que necesitan un remedio. Una es nuestra naturaleza pecaminosa que nos esclaviza al pecado, y la otra es nuestra culpa y condenación originales que están enraizados no en nuestros pecados individuales, sino en nuestra conexión con Adán en su pecado. El libro de Romanos –de hecho toda la Biblia- es la historia de cómo nuestra condenación en Adán es remediada en Dios por medio de la justificación en Cristo y el problema de nuestra corrupción y depravación es remediado por medio de la santificación por el Espíritu. O, para decirlo de otra manera: el problema de nuestra culpa legal y nuestra condenación ante Dios es resuelto por su reconocimiento en nosotros de la justicia de Cristo; y el problema de nuestra mancilla moral y pecado habitual es resuelto al purificarnos por su Espíritu. El primer remedio, la justificación, es el resultado de la justicia imputada. El otro, la santificación, es el resultado de la justicia impartida. La justificación es instantánea; la santificación es progresiva –y lidiaremos extensamente con ella en Romanos 6-8, tal como hemos lidiado con la justificación en Romanos 3-5.

No son idénticas, y no son separables. La justificación viene primeramente por la fe antes de que hagamos ninguna obra en justicia. Por ella somos perdonados y justificados legalmente ante Dios, somos absueltos y tenidos como justos con la justicia de Cristo. Entonces, sobre la base de esta permanencia ante Dios, seguros y reconciliados, somos transformados gradualmente en la semejanza de su Hijo por el Espíritu. La justificación y la santificación son inseparables porque las dos son por fe. La fe que nos une a Cristo para la justificación también quebranta el poder del pecado en nuestras vidas. ¡Ay de nosotros si tratamos de justificarnos ante Dios solo por fe, y después tratamos de convertirnos en buenas personas utilizando cualquier otro medio! Confiar en Cristo para todo lo que Dios es para nosotros en él es el vínculo con la gracia justificadora de Dios; confiar en Cristo para todo lo que Dios es para nosotros es el vínculo con la gracia santificadora de Dios. Somos perdonados y purificados por el mismo tipo de fe.

Bien, quise enfocarme en las declaraciones negativas de este texto, pero me mantuve en la parte positiva. Lo hice así porque el plan de salvación de Dios está tan perfectamente acomodado a nuestra condición caída, que me es difícil, como cristiano, ver esta condición y no gloriarme inmediatamente en el remedio que hemos experimentado.

Beneficios De Reflexionar En Nuestra Depravación

Permítanme cerrar señalando muchos beneficios prácticos de reflexionar en la condición de la raza humana como depravada por naturaleza y condenada legalmente en Adán.

1) Primero, nos humilla moral e intelectualmente. Moralmente, porque debo admitir que no solo hago cosas malas, sino que soy malo. No solo necesito una orientación natural, necesito un renacimiento sobrenatural. Algo en mí necesita morir y algo nuevo debe ser creado. Tengo una profunda necesidad de algo que esté más allá de lo que puedo hacer. Y me siento humillado porque esta doctrina del pecado original (que es lo que estamos discutiendo) lleva mi razonamiento hasta el límite, y sigo sin entender. La mayoría de nosotros tendremos que conformarnos con una inmensa dosis de misterio ¿Cómo es nuestra conexión con Adán de manera que es correcto, o justo, que su pecado sea contado como el nuestro y es correcto, o justo, que seamos condenados? Pablo no lo explica. No dudamos de la justicia de Dios; dudamos de nuestra habilidad de explicarla. La doctrina del pecado original es, por tanto, una verdad que nos humilla moral e intelectualmente.

2) Profundiza nuestra gratitud por la salvación. Mientras más conocemos nuestra condición caída, más agradecidos debiéramos sentirnos por ser salvos. Es por eso que Pablo estalla en agradecimientos en Romanos 6:17: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón”. Saber que no somos solo pecadores, sino “esclavos del pecado” nos hará cantar de gozo al ser justificados de la culpa del pecado y liberados del poder del pecado.

3) Nos ayuda a explicar el mundo en que vivimos. Lo irónico acerca de la doctrina del pecado original es que aunque es una de las doctrinas más difíciles de aceptar, ayuda a explicar la mayor parte de todo lo que vemos en el mundo: es decir, la universalidad de la maldad. La gente que cree lo que la Biblia enseña acerca de esta doctrina no se desconcierta porque la historia esté llena de cadáveres y porque cada sociedad que haya existido alguna vez haya tenido que lidiar con la maldad de su pueblo.

4) Por tanto nos permite llegar a comprender cómo deberían establecerse mejor los gobiernos.G.K. Chesterton y C.S. Lewis dijeron que la doctrina del pecado original es la base de una forma democrática de gobierno –donde el poder está esparcido sobre el pueblo- porque es la única razón que podemos dar para no confiar absolutamente en una élite gobernante. En otras palabras, el mejor argumento de la democracia no es que los hombres sean suficientemente buenos para gobernarse a sí mismos, sino que los hombres son tan malos que no se puede confiar en ninguno con poder absoluto.

5) Debiera producir compasión por otros. Esta es la manera en que Jonathan Edwards lo decía:

Esta doctrina nos enseña a no pensar peor de los demás que de nosotros mismos: nos enseña que todos somos, tal como somos por naturaleza, compañeros en una condición miserable e indefensa: que bajo la revelación de la misericordia divina tiende a promover la compasión mutua. Y nada tiene una tendencia mayor a promover esa afable disposición a la misericordia, la tolerancia, la gentileza y el perdón, que la sensación de nuestra falta de dignidad y miseria, y la infinita necesidad que tenemos de piedad divina, tolerancia y perdón, todos con la esperanza de obtener misericordia (Jonathan Edwards, Original Sin, The Works of Jonathan Edwards, vol. 3 [New Haven: Yale University Press, 1970], p.424).1

Es muy difícil tratar con otros pecadores con menosprecio y apatía cuando tenemos una profunda comprensión de nuestra condición caída.

6) Esta doctrina nos ayudará a motivarnos al evangelismo y las misiones mundiales. Nos enseña que no hay excepciones a la pecaminosidad humana. Todos los que vienen de Adán necesitan un segundo Adán. Solo hay uno: Jesucristo. No hay otro camino para justificarnos con Dios que no sea el único remedio de Dios: la justicia de Jesucristo, y el poder de su Espíritu por la fe. Ninguna otra religión enseña este remedio, sino el cristianismo bíblico. Dios nos ha revelado su diagnóstico y nos ha revelado el remedio. Nos lo ha mostrado. Nos ha hecho amarlo y regocijarnos en él. Obviamente debemos hacerlo. Háblenle de esta buena noticia a todo el mundo y deléitense en el esparcimiento del gozo que exalta a Cristo.


1Edwards, Jonathan. Pecado Original, Las Obras de Jonathan Edwards, Vol.3.New Haven: Yale University Press, 1970, p.424.

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