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Revision as of 20:22, 1 June 2009 by Dbuckley (Talk | contribs)
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Comencemos por admitir que la idea en sí de ser miembro de la iglesia parece contraproductiva para muchos actualmente. ¿No es poco amistoso, e incluso elitista, decir que hay gente dentro y gente fuera? ¿Podemos incluso llegar a decir que va en contra de la Biblia, e incluso que es anticristiano? El final del Libro de los Hechos dice simplemente que “El Señor agregaba cada día a la Comunidad” (es decir, a la Iglesia) a los que se habían de salvar. ¿No se trata precisamente de eso? También en Hechos de los Apóstoles 8, un alto funcionario etíope había estado viajando por Palestina y regresaba sentado en su carro leyendo al profeta Isaías. El Espíritu Santo ordenó a Felipe que lo interceptara y hablara con el; el hombre creyó y fue bautizado. En ese caso ¿no se convertiría el etíope automáticamente en miembro de la Iglesia?
I. Compromiso-Fobia de formar parte
Todo esto es más importante de lo que generalmente se piensa. De hecho, estoy convencido de que acertar con esto es un paso adelante para revitalizar nuestras iglesias, evangelizar nuestro país, hacer avanzar la causa de Cristo en todo el mundo ¡y con ello glorificar a Dios!
Los evangélicos americanos necesitan desesperadamente reevaluar y reconsiderar este tema, especialmente en nuestra asociación de iglesias de la Convención Baptista del Sur. Según un estudio de la Convención del Sur de hace algunos años, una iglesia baptista del sur prototípica tiene 233 miembros, con 70 presentes en los oficios del domingo por la mañana. La pregunta que planteo es la siguiente: ¿Dónde están los otros 163 miembros? ¿Es que están todos en casa, enfermos, en una residencia de ancianos, de vacaciones o de servicio militar? Tal vez algunos, pero, ¿todos? ¿Qué es lo que esto transmite sobre el cristianismo al mundo que nos rodea? ¿Cuáles son las implicaciones para nosotros sobre la importancia del cristianismo en nuestras vidas? ¿Y cuál es el estado espiritual de estas personas, si no han ido a la iglesia desde hace meses, o incluso más? ¿De verdad no es asunto nuestro el que no vayan a la iglesia? Para entender esto, necesitamos preguntarnos “¿qué es realmente una iglesia?”
II. ¿Qué es realmente una Iglesia?
La “iglesia” no es un edificio
Con el término "iglesia" no nos referimos a una unidad organizativa de una religión. No nos decimos iglesias budistas o iglesias judías. Por “iglesia” no nos referimos intrínsecamente a un edificio; sólo es un significado secundario. El edificio es simplemente donde se reúne la iglesia, de ahí el nombre puritano de Nueva Inglaterra para el edificio de la iglesia “casa de reunión”. Las primeras iglesias de Nueva Inglaterra se parecían a grandes casas desde el exterior. Era simplemente el edificio donde se reunía la iglesia.
La iglesia es una comunidad claramente definida
Según el Nuevo Testamento la iglesia es en primer lugar una reunión periódica de personas que profesan y dan testimonio de que han sido salvados por la gracia de Dios. Eso es una iglesia del Nuevo Testamento; no es un edificio. Los primeros cristianos no tenían ningún edificio durante por lo menos los trescientos años posteriores a que comenzara la Iglesia. En los primeros tiempos, no obstante, las iglesias cristianas locales eran claramente congregaciones de personas determinadas. Se sabía que ciertas personas formaban esta asamblea, y se sabía que otros claramente estaban fuera de ella.
En el Nuevo Testamento
De ahí que las censuras que enseña Jesús en Mateo 18 y en la Primera Epístola a los Corintios 5 de Pablo prevén que se excluya a un individuo no de una comunidad política, si no de una comunidad social diferenciada. Si bien no tenemos por seguro que existieras listas físicas de miembros en las primeras iglesias cristianas, es probable que las hubiera. La idea no nos es extraña. Sabemos que las primeras iglesias tenían listas de ventanas; sabemos que se presentaba a Dios como portador de una lista de aquellos pertenecientes a la Iglesia en el Libro de la Vida. Y sabemos por la Segunda Epístola a los Corintios que tanto Pablo como los corintios podían identificar a una mayoría de determinadas personas que ellos entendían que eran miembros de la Iglesia, es decir, aquellos con derecho a voto.
En el Antiguo Testamento
La idea de una comunidad de personas claramente definida es central para la obra de Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Desde los trabajos de Dios con Noé y su familia hasta Abrahán y sus descendientes, la nación de Israel y la Iglesia del Nuevo Testamento, Dios ha escogido mantener un grupo de personas diferenciadas y claramente separadas para mostrar su Gracia. La intención de Dios ha sido siempre que haya una línea cortante y brillante que distinga a aquellos que confían en el de los que no.
Los baptistas son históricamente únicos en este entendimiento
Este concepto de Iglesia como comunidad congregada es algo que ha distinguido a los cristianos baptistas de muchos otros. En los tiempos de la Reforma las relaciones entre Estado e Iglesia eran a la vez cercanas y complicadas. La disciplina de la Iglesia o del Estado a menudo también acarreaba consecuencias para el otro. Se asumía que todos aquellos que nacieran dentro de los límites de una jurisdicción política determinada deberían poder ser considerados miembros de la Iglesia estatal. La recuperación del bautismo de los creyentes en la época de la Reforma amenazaba esta asociación desde sus mismas raíces al recuperar los baptistas la idea del Nuevo Testamento de una Iglesia como congregación de aquellos que profesan personalmente y dan testimonio de regeneración.
Una nota a parte para los historiadores
Una nota interesante para los historiadores: la Iglesia como comunidad de creyentes reunida voluntariamente es una contribución importante concretamente de los baptistas a la libertad religiosa de nuestro país. Esto puede que les sorprenda. En la actualidad algunos ven a los baptistas como fuerzas de un totalitarismo ignorante, represivo y religioso. Pero eso está históricamente lejos de la verdad y es terriblemente irónico. En cierto sentido, la libertad de algunos para hablar y escribir sobre nuestra intolerancia está protegida por el mismo entendimiento de la iglesia que nosotros, los cristianos baptistas, hemos defendido en este país durante trescientos años.
La iglesia, finalmente, no es algo que es para ti y para cada miembro de tu familia por descendencia física natural o por virtud de la nacionalidad estadounidense. No, el Nuevo Testamento enseña que la iglesia es para creyentes. De forma que, en este país, defendemos leyes que proporcionan el tipo de libertad necesaria para que esta iglesia funcione con libertad. Por lo tanto, los baptistas no defienden una iglesia nueva establecida en Estados Unidos; de hecho, somos sus más acérrimos enemigos. Nuestro mismo entendimiento de la iglesia no lo permite. Defendemos la evangelización del país a través de iglesias que cooperen para difundir el evangelio de Jesucristo. Y una iglesia es una reunión local de cristianos comprometidos con Cristo y con los demás.
III. ¿Por qué unirse a una iglesia?
La importancia de la pregunta
Este es un asunto vital para nuestras iglesias y para nosotros como cristianos. Es un tema crucial para entender para entender lo que Cristo te pide como discípulo suyo. Unirse a una Iglesia no te salvará más que las buenas obras, la educación, la cultura, las amistades, las contribuciones o el bautismo. Los no cristianos no deberían intentar unirse a una Iglesia, si no aprender más sobre lo que significa ser cristiano. Pero para aquellos que se confiesan cristianos quisiera preguntarles: ¿Qué significa vivir una viva cristiana? ¿Los cristianos vivimos aislados?
Cinco razones para unirse a una Iglesia
Hay muchas otras buenas preguntas que podríamos plantear que señalarían la necesidad de una Iglesia, pero permitidme que os de cinco buenas razones para unirse a una Iglesia que se predican en el evangelio, y modelos de vida cristiana.
1. Seguridad para nosotros
No deberías unirte a una iglesia para salvarte, si no para que la iglesia te ayude a asegurar tu salvación. ¿Recuerdas las palabras de Jesús en el evangelio según San Juan?
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi padre; y yo le amaré y me manifestaré a él…” Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor… Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando… Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís,” (Juan, 14:21; 15:10, 14; 13:17)
Al unirnos a una iglesia nos ponemos en posición de solicitar a nuestros hermanos que nos hagan responsables de vivir de acuerdo con lo que decimos. Les pedimos que nos animen en ocasiones recordándonos las formas en que han visto la obra de Dios en nuestras vidas, y que en otros momentos nos avisen de que podemos estar apartándonos de su obediencia. La participación en una iglesia local es el testimonio público de la congregación de que tu vida da muestras de regeneración.
La participación en una iglesia local no salva, pero es un reflejo de la salvación. Y si no hay reflejo ¿cómo vamos a conocer la salvación proclamada?
Al formar parte de la iglesia nos damos las manos con los demás para conocer a los demás y que los demás nos conozcan y para ayudarnos y animarnos los unos a los otros cuando necesitemos que nos recuerden la obra de Dios en nuestras vidas, o que nos hagan ver las importantes diferencias entre nuestras palabras y nuestros actos.
2. . Evangelizando el mundo
También deberías unirte a una iglesia para evangelizar el mundo. Juntos podremos difundir mejor el evangelio en casa y fuera de ella. Podemos hacerlo mediante la palabra, cuando compartimos la buena nueva con los demás, y cuando ayudamos a los demás a que lo hagan. Una iglesia local es, por naturaleza, una organización misionera.
Ayudamos a esto con nuestras acciones mientras trabajamos para mostrar el amor de Dios atendiendo las necesidades físicas de los huérfanos, los enfermos, los niños y los desfavorecidos. A través de nuestra comunidad de iglesias ayudamos a difundir el evangelio por el mundo y proporcionamos millones de dólares y cientos de voluntarios para ayudar a los que tienen necesidades físicas inmediatas, como las víctimas de los desastres, necesidades educativas e incontables ministerios adicionales. Incluso siendo imperfectos como somos, si el espíritu de Dios actúa genuinamente en nosotros Él usará nuestras vidas y palabras para ayudar a demostrar a los demás la verdad de su evangelio. Esta es una función especial que no tendremos en el cielo. Este es el privilegio especial de la Iglesia ahora: ser parte del plan de Dios para llevar al mundo el evangelio.
3. Desenmascarando evangelios falsos
Dios quiere que estemos juntos de esta forma para desenmascarar los evangelios falsos. Es a través de nuestra unión como cristianos cuando mostramos al mundo lo que es realmente el cristianismo. En nuestras iglesias desacreditamos los mensajes y las imágenes que pretenden ser cristianos y bíblicos, pero que no lo son. ¿O no podría ser que algunos que no son miembros de una iglesia evangélica no lo son porque realmente no creen en el mismo evangelio? Parte de la misión de la iglesia es reconocer y defender el verdadero evangelio y evitar sus tergiversaciones. Debemos darnos cuenta de que parte de nuestra misión evangelizadora puede que no sea sólo presentar el evangelio de Jesucristo de una forma positiva, si no también desenmascarar los testimonios equivocados, confusos y distorsionados que se han convertido en iglesias cristianas, pero que realmente confunden el evangelio más que confirmarlo.
4. Edificación de la iglesia
Una cuarta razón para unirse a la iglesia es la edificación o construcción de la iglesia. Unirse a una iglesia ayudará a contrarrestar nuestro individualismo erróneo y nos ayudará a darnos cuenta de la naturaleza colectiva del cristianismo. Al estudiar el Nuevo Testamento se encuentra que nuestras vidas cristianas deben incluir el cuidado y la preocupación por los demás. Eso es parte de lo que significa ser cristiano. Y aunque lo hacemos de forma imperfecta, deberíamos comprometernos a hacerlo. Intentamos animar incluso desde la más tierna infancia a tomar el camino de lo que es correcto, el amor y la generosidad.
En nuestra clase de nuevos miembros de la iglesia a menudo cuento la historia de un amigo que trabajaba para un ministerio cristiano en un campus a la vez que asistía a una iglesia de la que yo era miembro. Siempre entraba rápidamente después de los himnos, se sentaba durante el sermón y luego se iba. Un día le pregunté que por qué no se quedaba durante todo el servicio. “Bueno”, dijo, “no saco nada de provecho del resto”. “¿Has pensado alguna vez en unirte a la iglesia?” -Respondí. Él pensó que aquella era una pregunta absurda. Él dijo: “¿Por qué debería unirme a la iglesia? Si me uno a ellos, creo que sólo me retrasarían espiritualmente”. Cuando dijo esto me pregunté qué entendería que es ser cristiano. Contesté “¿Has pensado alguna vez que tal vez Dios quiere que trabajes codo a codo con estas personas?” Es verdad, puede que te retrasen, pero puede que tú les ayudes a ir más deprisa. ¡Tal vez el plan de Dios es que vivamos juntos como cristianos!”
5. La Gloria de Dios
Finalmente, un cristiano debería unirse a una iglesia por la gloria de Dios. Pedro escribió a los primeros cristianos “Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras del gloria a Dios en el día de la Visita” (I Pedro 2:12). Increíble, ¿no? Pero de nuevo puedes decir que Pedro había escuchado las enseñanzas de su Maestro. Recordarás lo que Jesús enseñó en el sermón de la Montaña. “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). De nuevo, lo sorprendente es la afirmación de que Dios recibirá la gloria de nuestras buenas acciones. Si esto es verdad en nuestras vidas, no debería sorprendernos llegar a la conclusión de que la Palabra de Dios dice que esto es así en nuestra vida en común como cristianos. Dios quiere que la forma en que nos amamos los unos a los otros nos identifique como seguidores de Cristo. Recordad las conocidas palabras de Jesús en Juan 13:34-35, “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros". Nuestra vida conjunta sirve para marcarnos como suyos, y para proporcionar al Señor alabanzas y gloria.
IV. Signos de pertenencia a la Iglesia
Puesto que estamos en un mundo perdido, y al menos estamos en parte asociados a él, ¿cómo determinamos quién es miembro de una Iglesia en concreto y quién no? ¿Quién está dentro y quién está fuera?
Bautismo
Primero, para ser miembro de una Iglesia debes estar bautizado como creyente en confesión de tus pecados y como profesión de arrepentimiento y de que sólo confías a Cristo tu salvación. Las escrituras recogen en Mateo 28 el mandato claro de Jesús de bautizar a los discípulos. En todo el libro de los Hechos de los Apóstoles vemos que los discípulos entendieron y obedecieron este mandato.
Creemos que el bautismo está reservado para aquellos que han realizado una profesión de fe en Cristo de forma consciente. Por ello creemos que es un error la doctrina de la práctica del bautismo en niños. Permite que de cinco razones para ello:
1) Nadie está en desacuerdo con el bautismo de los creyentes. El punto de divergencia es el bautismo de niños.
2) No hay ejemplos claros en el Nuevo Testamento de bautismo de niños.
3) No hay una enseñanza clara sobre el bautismo de niños en el Nuevo Testamento.
4) El Nuevo Testamento no enseña en ninguna parte ningún paralelismo entre la circuncisión física y el bautismo físico. De hecho, en la Epístola a los Colosenses 2 se hace un paralelismo entre la circuncisión espiritual y el bautismo físico, es decir, la circuncisión del corazón con el bautismo físico. Esto apoyaría la idea de bautizar sólo a los que den muestras de haber nacido de nuevo.
5) Históricamente, el bautismo de niños no está en el Nuevo Testamento y no está en el Didache, un manual de principios del siglo II sobre el cristianismo. No hay registro cierto de esto en el primer siglo, o incluso en el segundo siglo. En el tercer siglo hay ciertos registros de bautismo de niños, pero no es el bautismo de niños que algunos de nuestros amigos protestantes reformistas están enseñando. Es más bien lo que la Iglesia Católica Romana enseña ahora: que el bautismo realmente actúa para que volvamos a nacer, que nos regeneremos, que nos salvemos. De hecho, la idea del bautismo de niños que algunos de nuestros amigos protestantes reformistas están enseñando no aparece hasta que otros protestantes reintrodujeron la práctica del bautismo de los creyentes en 1520. En realidad es Huldrich Zwingli el que primero introdujo la idea del un bautismo de niños que no es salvador o regenerador.
Evidencias bíblicas del bautismo de creyentes
Pablo parece asumir que aquellos que han sido bautizados han experimentado una nueva vida (Romanos 6), aquellos a los que les han circuncidado el corazón (Colosenses 2). Por lo tanto, el bautismo es esencial para formar parte de una Iglesia porque si a alguien pretendiera formar parte de una Iglesia sólo para rechazar ese mandato claro de Cristo, esa persona no bautizada que dice seguir a Cristo sería disciplinada inmediatamente hasta que, o bien decidiera seguir los mandatos de Cristo, o bien dejara de tener el apoyo de la Iglesia en su afirmación de ser seguidor de Él. No hay nada más fácil entre los mandatos de Jesús que el bautismo,
La eucaristía
Ser miembro de la Iglesia debería implicar estar presente en la eucaristía. Esto quiere decir, principalmente, que continúas siendo cristiano. Las escrituras recogen el mandato de Jesús a sus discípulos de tomar la cena de pan y vino, según sus propias palabras sobre el pan "en conmemoración mía". Sobre la copa Él dijo "Haced esto en conmemoración mía". Sabemos por la primera epístola de Pablo a los corintios que esto se hacía entonces, y se ha continuado haciendo entre los que se confiesan cristianos desde entonces. La aparición de la Iglesia ante la eucaristía es la aparición simbólica de la Iglesia como reunión de aquellos que se alimentan de la fe en Cristo.
Asistencia
Ser miembro de la Iglesia debería significar estar presente de forma regular en las reuniones públicas. La asistencia es el ministerio más básico para con los demás. Como se dice en Hebreos 10:25, citado con frecuencia “sin abandonar vuestra propia asamblea, como algunos acostumbran a hacerlo, antes bien animándoos; tanto más cuando veis que se acerca ya el Día”.
Si el Nuevo Testamento usa la imagen de la Iglesia como edificio, nosotros somos los ladrillos; si la Iglesia es un cuerpo, nosotros somos sus miembros; si la iglesia es la casa de la fe, se supone que nosotros formamos parte de esa casa Las ovejas están en rebaños y las ramas en la parra. Bíblicamente, si uno es cristiano debe formar parte de una Iglesia. Y este formar parte no es simplemente el registro de la afirmación que una vez hicimos o el afecto por un lugar conocido. Debe ser la reflexión de un compromiso vital, una asistencia regular, o, si no, no tiene valor, y peor que eso, es peligroso.
Los “miembros” no comprometidos confunden a los miembros reales y a los no cristianos sobre lo que es ser un cristiano. Y nosotros, miembros “activos” no hacemos ningún favor a los miembros “inactivos” cuando les permitimos seguir siendo miembros de la Iglesia; porque el formar parte de la Iglesia es el respaldo conjunto de la misma a la salvación de una persona. Tenemos que entender esto: Formar parte de una Iglesia es el testimonio conjunto de la misma sobre la salvación de un miembro. Y por tanto, ¿cómo puede una congregación testificar honestamente que alguien invisible para ella está viviendo con fe?
En nuestra propia iglesia nosotros estamos constantemente intentando identificar aquellos que simplemente han dejado de asistir, y, o bien intentamos traerlos de nuevo, o bien les cuidamos especialmente (si están en el servicio militar o en la universidad o no pueden salir de casa por una enfermedad). Si alguien no puede ir a la iglesia, nuestra intención es que dejen de ser miembros tan pronto como sea posible, y se les anima a unirse cuando puedan asistir regularmente.
Disciplina
Otro aspecto claro de los que forman parte de la Iglesia es uno que ya he mencionado: la disciplina. A partir de las enseñanzas de Jesús en Mateo 18 a la I Epístola de Pablo a los Corintios 5 y los Gálatas 6 es indiscutible que una de las funciones de una familia de una iglesia local es crear vínculos que excluyan a las personas que no quieran ser excluidos de la iglesia. Para más información sobre este punto vital, pero abandonado, véase la obra de John Addams Handbook of Church Discipline (Zondervan, 1986) y Mark Dever ed., Polity: Biblical Arguments on How to Conduct Church Life (Center for Church Reform, 2001). Adams aborda el tema desde el punto de vista presbiteriano, mientras que el segundo libro es una recopilación de diez volúmenes desde los primeros baptistas. Aunque los dos libros abordan el tema de la disciplina desde diferentes formas de gobierno de la iglesia, hay grandes coincidencias. Ambas obras son útiles para cualquier pastor o cabeza de una iglesia.
Amor
El amor debe verse en los miembros de una iglesia. En Juan 13 Jesús dijo a sus discípulos: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Juan 13:35). Si alguien que se considera cristiano no está comprometido con otros cristianos por amor, debería recapacitar cuidadosamente lo que pone en l Epístola de San Juan (4:20) “Si alguno dice “Amo a Dios” y aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”. Dada nuestra propensión a engañarnos, a sobrevalorar nuestra bondad, demos gracias a Dios porque nos ha dado estos medios para medir nuestro propio orgullo y ceguera. Dar y recibir amor cristiano es claramente parte de las enseñanzas de la Biblia sobre lo que es ser miembro de una Iglesia, y hacemos esto cuando limitamos nuestros ingresos para apoyar el ministerio y cuando acogemos calurosamente a desconocidos.
Muchas, muchas otras cosas derivan de esto en una iglesia local. Por ejemplo, pedimos a los miembros que firmen una declaración de fe y un convenio, una declaración sobre cómo actuará esa persona entre nosotros. Esperamos que los miembros recen por la iglesia, que proporcionen ayuda económica y que participen en los ministerios de la iglesia. Bautismo, eucaristía, asistencia, disciplina y amos están en el corazón de los miembros de la iglesia local
Por lo tanto, amigo mío, cristiano, no te limites a asistir a la iglesia (aunque debes), si no únete a la iglesia. Une fuerzas con otros cristianos. Encuentra una iglesia a la que puedas unirte y hazlo para que los no cristianos oigan y vean el evangelio, para cuidar de los cristianos más débiles, de forma que los cristianos más fuertes canalicen su energía de forma positiva, para que los cabezas de la iglesia se vean animados y ayudados, para gloria de Dios.

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