Battling the Unbelief of a Haughty Spirit/es

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1 Corintios 4:7

Definición de la Fe y Incredulidad

Permítanme comenzar por definir la diferencia entre la fe y la incredulidad. Jesús dijo en Juan 6:35, "Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed."

Entonces, yo entiendo que la incredulidad en Jesús (NO creer en Jesús) es alejarse de Jesús para buscar satisfacciones en las cosas. Y TENER FE en Jesús es venir a Él para satisfacer todas nuestras necesidades y deseos.

Tener fe no es sólo una concordancia de hechos en nuestra mente, es un apetito del corazón que se adhiere a Jesús para su satisfacción. "¡El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed!"

Por lo tanto, la vida eterna no es otorgada a las personas que solamente creen que Jesús es el Hijo de Dios. Es otorgada a aquellos que beben de Jesús como el Hijo de Dios. "El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:14). Él es el pan de vida para quienes se alimentan de Él, para aquellos cuyo sustento y satisfacción vienen de Él. Eso es lo que significa tener fe en el hijo unigénito de Dios y ser salvos.

La incredulidad más profunda

Una incredulidad más de la que debemos conversar es la incredulidad de un espíritu soberbio, del orgullo. Existe una relación muy estrecha entre la incredulidad y la soberbia. Esta es la descripción de tal relación. La incredulidad es alejarse de Jesús (o de Dios) para buscar satisfacción en otras cosas. La SOBERBIA es alejarse de Dios específicamente para buscar la satisfacción en el yo.

La codicia es alejarse de Dios para buscar la satisfacción en cosas materiales. La impaciencia es alejarse de Dios para buscar satisfacción en el plan propio e inmediato de acción. La lujuria es alejarse de Dios para buscar la satisfacción en el sexo. El rencor es alejarse de Dios para buscar satisfacción en la venganza.

Pero más profunda que todas esas formas de incredulidad, es la incredulidad de la soberbia, porque la autonomía y la exaltación propia yacen detrás de todas estas otras disposiciones pecaminosas. Es entonces adecuado que el último tema que tratemos en nuestra serie sea el más profundo, la arrogancia de un espíritu soberbio. Y es especialmente adecuado durante la época de adviento ya que la llegada del Hijo de Dios hecho hombre es un acto extraordinario de humildad y negación del yo.

Cuando me refiero a la soberbia como una forma de incredulidad, esta es la implicación: la batalla contra la soberbia es la batalla contra la incredulidad, o para decirlo en forma positiva, la lucha por la humildad es la lucha de la fe.

Algunos Pasajes Bíblicos sobre la Soberbia

Quisiera comenzar con Corintios 4:7 y que luego analicemos otros pasajes acerca de la soberbia. Todos estos pasajes presentan un contraste entre la soberbia y otras cosas. Ilustran algo opuesto a la soberbia. Quiero que ustedes observen en cada caso que lo opuesto a la soberbia es la esencia de la fe. En otras palabras, quiero que vean en la Biblia que la soberbia es una forma de incredulidad que está opuesta a la fe y que la forma de combatirla es creer en que todo nos es dado por Dios a través de Jesucristo.

Mi oración en cada uno de estos pasos es porque su apetito de Dios sea insaciablemente fuerte.

1. 1 Corintios 4:7

¿Quién ve algo diferente en ti? Mejor aún: "Porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

En este texto, ¿Qué es lo opuesto a la vanagloria? Lo opuesto es reconocer la verdad de que nuestros distintos talentos son un obsequio de Dios. Los corintios discutían entre sí comparando los dones de uno con los de otro (1:12). Pablo nos dice que esa clase de alarde sería imposible si realmente reconociéramos la verdad de que los dones son un regalo de Dios y no motivo de glorificación para el hombre.

Entonces la primera forma de combatir la incredulidad de la soberbia es tener muy clara esta verdad bíblica, descansar en ella y disfrutarla: Dios nos da los dones, por lo tanto aquel que alabe esos dones, que glorifique a DIOS y no al hombre.

2. Santiago 4:6–8

"Pero Él da mayor gracia. Por esto dice: «Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes." Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros."

Lo opuesto aquí a la soberbia es someterse a Dios y acercarse a Él. La soberbia nos exige la independencia, el auto gobierno, la autonomía. Por lo tanto inevitablemente entra en conflicto con Dios. Es por eso que las personas que no desean someterse a las enseñanzas de Dios, se alejan de Él tanto como les es posible.

Al acercarse a la iglesia y escuchar que Dios se contrapone a su estilo de vida, se retiran para no volver, porque se creen capaces de tomar sus propias decisiones y buscar sus propios medios.

Pero Santiago dice que estas personas deberían dejar de correr y acercarse. Deberían dejar de rebelarse y someterse. “Porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (v. 6).

Por lo tanto, aquí la forma de combatir la incredulidad de la soberbia es dejar de vanagloriarse en la determinación propia alejándose de Dios y comenzar a deleitarse “En el derecho que tiene Dios para indicarnos lo que es mejor para nosotros dentro de la amistad que Él ofrece a aquellos que se le acercan con fe.” (Hebreos 10:22; 11:6).

3. Santiago 4:13–16

¡Vamos ahora!, los que decís: «Hoy y mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá un año, negociaremos y ganaremos», cuando no sabéis lo que será mañana. Pues ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala.

La manera en que la jactancia se demuestra en este texto es a través de la incredulidad en la soberanía de Dios sobre los hechos ordinarios de la vida. El hombre simplemente dice "iré a Duluth para Navidad" Pero Santiago dice "No estéis tan seguros", (v.15) "en lugar de ello deberíais decir," "Si el Señor quiere viviremos e iremos a Duluth para Navidad."

¿Cree usted que Dios tiene la soberanía para decidir si usted llegará hoy a casa o cuando vaya de la iglesia? ¿Cree usted que Él es el soberano en sus negocios, sus viajes y su salud? "Si el Señor quiere, VIVIREMOS..." (v. 15).

Santiago dice que no creer en la soberanía de Dios para conducir y tomar nuestra vida da como resultado una vida de arrogancia. La forma de combatir la batalla contra la soberbia es aceptar la soberanía de Dios en todos los detalles de nuestra vida y descansar en su inmensa capacidad de realizar su obra en todos aquellos que confían en Él.

4. 1 Pedro 5:5–7

"Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad, porque "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros."

Aquí Pedro dice que todos nosotros debemos revestirnos de humildad. Y luego dice que una de las cosas que hacemos por medio de esa humildad es descansar todas nuestras ansiedades en el Señor.

¿Por qué descansar todas nuestras ansiedades en el Señor es lo opuesto a la soberbia? Porque a la soberbia no le agrada admitir que tiene ansiedades, especialmente no le gusta admitir que necesita de alguien para manejarlas. Estamos en el núcleo de lo que es realmente la fe. La fe admite la necesidad de ayuda. La soberbia no lo admite. La fe cuenta con Dios para recibir esa ayuda. La soberbia no. La fe descansa las ansiedades en Dios, pero la soberbia no lo hace.

Por lo tanto una forma de combatir la incredulidad de la soberbia es admitir libremente que tenemos ansiedades y apreciar que gozamos del privilegio de descansarlas en el Señor.

Una manera muy práctica de cultivar la atmósfera de la humildad y la fe en la familia y en la iglesia es expresar cuando oramos, la necesidad que tenemos de Dios.

Usted podría decir que esa es su forma personal de orar en secreto. Gracias a Dios que usted lo hace así. Pero le invito a que, por el bien del amor y por amor a la verdad, en sus oraciones en grupo no esconda ese verdadero sentido de la fe. Cuando no nos escuchamos mutuamente orando humildemente por nuestras necesidades y ansiedades personales, nuestra hermandad ser torna superficial, la humildad de la fe es eclipsada, la soberbia acecha tras la puerta y nos convertimos en una iglesia débil y que se engaña a sí misma.

Es un gran bálsamo para mí espíritu el orar junto con los justos que expresan con palabras su gran necesidad de Dios y el anhelo de obtener la ayuda de Él para sus vidas.

Cuántos hay que se han convencido a sí mismos de que orar por otros en voz alta es sinónimo de amor, pero que orar en voz alta por sí mismos es egoísmo. Yo considero que es lo opuesto: es el orgullo y no la generosidad lo que quita de nuestras oraciones el hermoso aroma de la humildad en la fe. Así que le exhorto, aunque sea sólo como bálsamo para mi corazón, a que deje que el anhelo de ayuda de Dios y de la plenitud de Dios sea escuchada. ¡Esta plenitud de Dios se escuchará cuando oremos juntos!

5. Jeremías 13:15–16

Oíd y prestad atención: no os envanezcáis, pues Jehová ha hablado. Dad gloria a Jehová, vuestro Dios, antes que haga venir tinieblas, antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y que, esperando vosotros la luz, él os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas.

“No sea soberbio, glorifique a Dios nuestro Señor.” Lo opuesto de la soberbia es glorificar a Dios.

¿Qué significa esto? No se puede glorificar a Dios en el sentido de hacerlo glorioso. Se le puede glorificar haciendo cosas que demuestren su inmensa gloria. ¿Cómo qué cosas? Bien, escuchemos Romanos 4:20, "[Abraham] Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció por la fe, dando gloria a Dios” La fe es lo que glorifica a Dios porque la fe demuestra que Dios es fidedigno.”

La felicidad de la fe es glorificar la gracia de Dios y la fuerza de Dios y su sabiduría. La fe busca acrecentar la dicha de ver cómo Dios demuestra su gloria. Lo cual indica que la felicidad de la fe es que Dios sea Dios.

Y eso se opone totalmente a la soberbia. La felicidad de la soberbia es glorificarse a sí misma. Jesús dijo en Juan 5:44, " ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene del Dios único?" En otras palabras, no se puede. No se puede venir a Jesús para obtener satisfacción si lo que se desea es la satisfacción de los halagos del hombre.

6. Jeremías 9:23–24

Así ha dicho Dios: «No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Dios que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice Dios».

¡Qué gran batalla tenemos entre manos! El enemigo de la soberbia nos llega de frente.

Pero Jeremías nos dice que derrotemos la soberbia ensalzando a Dios. Glorificando el conocimiento de Dios. ¿Quiere usted alabar su intelecto? entonces alabe el de Dios. ¿Quiere usted la gloria de la fuerza y la belleza? Glorifique la fuerza y la belleza de Dios. ¿Quiere usted alabar su obra? Glorifique la obra de Dios.

¿Cuál es la mejor forma de librar la batalla contra la soberbia?
Después de todo, ¿Cuál es la respuesta bíblica de fondo a la pregunta de cómo librar mejor la batalla contra la soberbia?

El 6 de diciembre, escribí lo siguiente en mi diario. Es mi propia confesión de necesidad y mi respuesta a esta pregunta.

¿No es la forma más efectiva de restringir mi deleite en que me alaben, enfocar la alabanza hacia Dios? La negación propia y la crucifixión de la carne son esenciales, pero, ¡Cómo es de fácil sentirse alabado aún en la propia negación! ¡Cómo puedo quebrantar este insidioso motivo de placer en recibir halagos, sino curvando todas mis facultades de deleite hacia el placer de ensalzar a Dios¡

El hedonismo cristiano es la solución final. Es más profundo que la muerte misma. Debemos ir más allá de sepultar la carne para liberar ese seductor caudal de agua milagrosa del deleite de glorificar a Dios. Es solamente en ese profundo embeleso totalmente satisfactorio donde encontramos el final del yo.

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