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La regeneración precede a la Fe. Esta afirmación que captura el corazón de la teología distintiva del pensamiento histórico Agustiniano y Reformado, es la afirmación "parte aguas" que distingue esa teología de todas las formas de semi-Pelagianismo. Esto es, lo distingue de casi todas las formas de semi-Pelagianismo.
Hay una posición histórica de semi-Pelagianismo que aboga por la perspectiva de un beneficio universal que abarca a toda la humanidad como resultado de la expiación de Jesús. Este beneficio universal es la regeneración de todos los hombres - por lo menos al grado que los rescate de la inhabilidad moral de su pecado original y ahora les da la capacidad de tener la habilidad de ejercer su fe en Cristo. Esta nueva habilidad de creer hace posible la Fe, pero de ninguna manera la hace efectiva. Este tipo de regeneración no trae en su despertar la certeza de que aquellos quienes renacieron pondrán de hecho su Fe en Cristo.
Por lo demás, de cualquier modo, la declaración, "La regeneración precede a la Fe", es la posición "parte aguas" que les causa apoplejía en la mente a los semi-Pelagianos. Los semi-Pelagianistas alegarían que a pesar de los estragos de la caída, el hombre aún tiene una isla de justicia que permanece en su alma, por la cual aún puede aceptar o rechazar la oferta de gracia por parte de Dios. Esta perspectiva, tan ampliamente sostenida en los círculos evangélicos, alega que uno debe creer en Cristo para poder nacer nuevamente, y de este modo el orden de la salvación se invierte en esta visual manteniendo que la fe precede a la regeneración.
De cualquier modo, cuando consideramos la enseñanza en este asunto como se encontró en las anotaciones de Juan sobre la discusión de Jesús con Nicodemo, vemos el énfasis que Jesús pone en la regeneración como condición necesaria, "siempre que...", para creer en El. Le dice a Nicodemo en Juan 3:3: “En verdad te digo, que a menos que uno vuelva a nacer, no podrá ver el reino de Dios.” Nuevamente en los versículos 5–7, Jesús dice, “En verdad les digo, que a menos que uno nazca del agua y del Espíritu, no podrá entrar al reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te asombres de lo que te digo, ‘Debes volver a nacer.’” Lo mandatorio de la regeneración, de lo que Jesús habla es necesario aún para ver el reino de Dios, más aún para entrar a él. No podemos ejercer nuestra fe en un reino al que no podemos entrar si no es por el re-nacimiento.
La debilidad de todo el semi- Pelagianismo es que invierte en los caídos, corrompe la carne del hombre el poder ejercer su fe. Aquí, el hombre caído puede venir a Cristo sin regeneración, es decir, antes de la regeneración. Por otro lado, el axioma de que la regeneración precede a la fe, incide totalmente en el corazón del asunto histórico entre Agustinianismo y semi- Pelagianismo.
En la perspectiva del Agustinianismo y Reformismo, la regeneración se ve primero que nada como un trabajo sobrenatural de Dios. La regeneración es el trabajo divino de Dios, el Espíritu santo sobre las mentes y almas de la gente caída, por el cual el Espíritu fustiga a aquellos quienes están espiritualmente muertos y los hace espiritualmente vivos. Este trabajo sobrenatural rescata a esta persona de su apego al pecado y su incapacidad moral de inclinarse por sí mismo hacia las cosas de Dios. La regeneración, por ser un trabajo sobrenatural, es un trabajo que no puede ser logrado por un hombre común por sí mismo. Si fuera un trabajo común, no requeriría la intervención de Dios el Espíritu santo.
En segundo lugar, la regeneración es un trabajo monergistico. “Monergistico” significa que es el trabajo de una persona que ejerce su poder. En el caso de la regeneración, es solamente Dios quien tiene la capacidad, y es solamente Dios quien ejecuta el trabajo de regeneración del alma humana. El trabajo de regeneración no es una actividad conjunta entre la persona caída y el divino Espíritu; es solamente el trabajo de Dios.
En tercer lugar, el trabajo monergistico del Espíritu Santo es un trabajo inmediato. Es inmediato en el tiempo, y es inmediato en relación al principio de operar sin intermediarios. El Espíritu Santo no usa nada más que su propio poder para rescatar a una persona de la muerte espiritual a la vida espiritual, y cuando el trabajo se logra, se logra instantáneamente. Nadie es regenerado parcialmente o casi regenerado. Aquí tenemos una situación clásica de o es/ o. Una persona o vuelve a nacer, o no vuelve a nacer. No hay un periodo de nueve meses de gestación en relación a este nacimiento. Cuando el Espíritu cambia la disposición del alma humana, lo hace instantáneamente. Una persona puede no estar consciente de este trabajo interno logrado por Dios por algún tiempo después de que en realidad ha ocurrido. Pero aunque nuestra percepción de él puede ser gradual, la acción es instantánea.
En cuarto lugar, el trabajo de regeneración es efectivo. Esto es, cuando el Espíritu Santo regenera un alma humana, el propósito de esa regeneración es de dar a esa persona la fe salvadora en Jesucristo. El propósito se efectúa y es logrado como el propósito de Dios en la intervención. La regeneración es más que darle a una persona la posibilidad de tener fe, le da la certeza de poseer esa fe salvadora.
El resultado de nuestra regeneración es primero que nada fe, la cual resulta entonces en justificación y adopción en la familia de Dios. Nadie nace en este mundo como hijo de la familia de Dios. Nacemos como hijos de la ira. La única forma de entrar en la familia de Dios es la adopción, y la adopción ocurre cuando nos unimos al único Hijo engendrado de Dios por la fe. Cuando nos unimos a Cristo por la fe, entonces somos adoptados por la familia en la que Cristo es el primogénito. La regeneración por lo tanto involucra un nuevo génesis, un nuevo principio, un nuevo nacimiento. Es por ese nacimiento que somos adoptados en la familia de Dios.
Finalmente, es importante ver que la regeneración es un regalo que dios otorga soberanamente a todos aquellos quienes el determina traer a ser parte de su familia.

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